Caracas.- La primera vez que escuché la palabra propiocepción fue en un ciclo de conferencias relacionadas con el «running» en Ciudad Bolívar, donde una fisioterapeuta abordó este tema. Se trata del sentido que nos proporciona la capacidad de detectar el movimiento y la posición de las articulaciones.
Estaba revisando la página de espnrun y me encontré con un trabajo muy interesante sobre este tópico, donde destaca que «la información que recoge nuestro sistema propioceptivo mediante los sentidos nos permite realizar ajustes en el control y ejecución de los movimientos, evitando el riesgo de lesiones durante la actividad deportiva y ante mínimos gestos de la vida diaria, como por ejemplo pisar sobre terreno irregular, bajar escalones, dar una patada a un balón, lanzar un objeto. Por eso, desarrollarla es tan importante para los corredores, especialmente para los que practican el trail running».
La palabra propiocepción deriva de sus raíces “propio”, que significa de uno mismo y “cepción”, que significa consciencia. Es decir, la consciencia de lo propio, de la propia postura corporal con respecto al medio que nos rodea.
«Ocurre que a pesar de que no somos conscientes de ello, los componentes de nuestras articulaciones (músculos, tendones y ligamentos) junto con la visión y el equilibrio envían constantemente información al cerebro acerca de su posición con respecto a nuestro entorno, formando una imagen o patrón de la ubicación y estado de cada uno», agrega.
Esta información es la que le permite a nuestro cerebro fabricar las respuestas, dando como resultado la ejecución de o realización de movimientos precisos, algo que también cobra muchísima importancia a la hora de recuperarnos de lesiones como esguinces de tobillo o fracturas. ¿Por qué?, simple: cuando se sufre una lesión articular los receptores propioceptivos se atrofian, produciéndose un déficit en la información que recogen, de esta forma, se es más propenso a sufrir otra lesión pues afecta en la coordinación y control del movimiento, tanto en nuestra vida diaria como en la actividad deportiva. Por ello, es importante que tras una lesión realices ejercicios propioceptivos guiados por tu fisioterapeuta.
Principalmente trabajamos la propiocepción a través de ejercicios de equilibrio, coordinación y cambios de superficies. Estos ejercicios suelen comenzar de un modo simple, y a medida que vamos obteniendo destreza se van complicando, introduciendo una serie de materiales como pueden ser aros, bancos, balones, plataformas…
Para trabajar la propiocepción, debemos provocar estímulos externos que favorezcan las reacciones musculares reflejas, aumentando la dificultad de manera progresiva.
Una buena y sencilla forma de desarrollar esta habilidad en casa con el fin de prevenir lesiones es parándonos con un solo pie sobre una piedra, mucho mejor si tiene forma redondeada en una de sus caras. Sobre una superficie firme, es decir que no sea tierra húmeda o césped, colócate cerca de un apoyo como por ejemplo un árbol.
Apoya la piedra sobre la cara redondeada y písala con uno de tus pies, dejando el otro en el aire y ayudándote a mantener el equilibrio con tus brazos extendidos hacia los costados, en forma de «T». Una vez que ya no puedas equilibrarte y toques el piso, cambia de pie. Repite al menos 5 veces con cada pierna. Con cada entrenamiento serás capaz de mantener más tiempo el equilibrio, lo que te dará a las claras del avance que estarás logrando.
Si en casa tienes un Bosu (semiesfera de goma que se puede inflar de modo que tenga más o menos dureza), todavía mejor. La persona se sitúa sobre la semiesfera, tanto colocando la parte plana hacia arriba o hacia abajo, en función del desequilibrio que queramos provocar.
http://https://youtu.be/k5PDEEMzW-o
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