Caracas.- Llegó el maratón de Berlín. Uno de los grandes eventos del atletismo mundial y escenario en los últimos años récords del mundo. Fue allí donde el etíope Haille Gebrselassie o los keniatas Wilson Kipsang y Dennis Kimeto establecieron sus marcas.
Este 16 de septiembre, una pléyade de grandes corredores desfilará por las calles y avenidas de Berlín. Unos buscando marcas para sus países y muchos intentando establecer registros personales.
Por Venezuela, una de las grandes que viajará a la ciudad alemana será Arelys Rodríguez, ganadora este año de la primera edición de Caracas 42K.
Para la popular “arepita”, correr es su estilo de vivir, respirar, sentirse y “encontrarme con Dios, conmigo y con otros”.
“Es la manera de perderme, aprender y disfrutar la maravillosa aventura que significa vivir. Corriendo puedo ver que todo es movimiento y que el avanzar, detenerme, descansar y acelerar solo depende de mí. Correr me hace ser más feliz”.
Caracas 42K en el top
Desde hace ocho años aproximadamente corre de manera continua y considera que ser constante y disfrutarlo es el resultado más importante que ha alcanzado.
Precisamente el hecho de ser disciplinada, apasionada y disfrutar lo que hace le han traído la “bendición” de lograr una mejora significativa de sus tiempos en carreras de 5, 10 y media maratón en los últimos dos años.
Recordó que su primer podio fue en los 10K de Nike 2012, cuando “en una carrera grande llegué en tercer lugar en la categoría Submáster A”.
“El 17 de julio de 2016 en los 10 Km de Dynamic llegué de segunda y supe que estaba cerca, que aún tenía que seguir enfocada y que estaba en buen camino. Lo gracioso es que nunca cumplieron con el premio”, dijo.
Salvo alguna excepción, lo más alto del podio pasó a ser una constante en su vida como corredora: primer lugar absoluto en la media maratón Simón Bolívar en 2016 con 1:23:16; primer lugar en la media Maratón Plaza´s 2016 con 1:22.09; tercera en Gatorade Caracas Rock 2016 con 36:40; primer lugar en la II válida del circuito Gatorade 10K en 2017 con 37:41 y primer lugar en el maratón Caracas 42K el 18 de marzo de este año con 2:53:41.
Dijo que las competencias más significativas han sido la Media Simón Bolívar y la Media del Plaza´s del 2016, porque ambas las corrió con muchos sentimientos en su corazón por la prisión, por razones políticas, de su padre.
“En el top de mis carreras está el Maratón Caracas 42K, porque tuve la oportunidad de tener lo que tanto extrañé en el 2016: la presencia de mis padres en la Av. Bolívar y en la llegada. Además recibí las muestras de cariño y apoyo en cada punto de hidratación de amigos, conocidos y extraños. Eso fue mejor que un gel energético”, agregó.
Sostuvo que por ser ganadora del Caracas 42K iría a los Juegos Centroamericanos. Sin embargo, pocas semanas antes la Federación Venezolana de Atletismo le informó que no llevarían a ningún fondista porque no habían hecho los tiempos que se estaban pidiendo en Barranquilla (Colombia).
Cuando escuchaba en la FVA que no iría a los Juegos en mi mente algo me decía: «Lo que viene es mejor Papá Dios. Son tus planes y no los míos«. El profesor Oswaldo Lucena, su entrenador, le dijo: «métele mente» y al salir de la FVA empezaron a ver las posibilidades de correr otro maratón este año.
“Gracias a Dios y a muchas personas que aportaron el destino es Berlín”, añadió, al tiempo de indicar que el maratón femenino en los Centroamericanos lo ganaron con 2h:57.
Como anécdota “arepita” quiso compartir que el año pasado en un entrenamiento en la Río de Janeiro pasó el profe Lucena en moto ofreciendo apoyo a con la hidratación. “Me ofreció y le dije que iba bien a lo que él respondió: vamos a ver si cuando corras en Berlín no vas a tomar ni agua».
“Acto seguido apreté el paso y disfruté los últimos kilómetros de ese entrenamiento soñando con correr fuera. Un año más tarde… voy a Berlín. Será mi primer viaje fuera del país ¡Qué susto!”.
Hablar con Dios
En más de un entrenamiento nos tocó gritarle en sus corridas largas un domingo en señal de apoyo. Siempre se le veía súper concentrada y con buena técnica al desplazarse. Su delgada figura, más no el color de su piel, nos traía a la mente a una Mary Keitany o a su compatriota keniata Edna Kiplagat.
Para este desafío, su entrenamiento estuvo marcado por trabajos de fuerza, técnica de carrera, series de velocidad tres veces por semana, fondo cuatro días a la semana con doble sesión tres de esos días. Uno que otro día hizo bicicleta y natación.
Sostuvo “Arepita” que hay días en que al correr su mente está muy dispersa, por lo que busca organizar lo que le hace ruido. Luego de tres kilómetros todo va quedando en tranquilidad y el entrenamiento comienza a fluir. Acompasa la respiración con todo el cuerpo y “los resultados son geniales”.
En los trabajos de velocidad es más fácil que su mente se relaje y se vaya a muchos lugares. En ocasiones en los Fartlek (trabajos de cambio de ritmo) se le pasa el tiempo porque no ve el reloj con tanta frecuencia. Es de las que antes de las carreras hace visualizaciones de la ruta y de cómo se quiere sentir en cada parte.
“Me ha resultado muy bien. Esto me lo enseñó Erik Courleander, quien me entrenaba antes del profesor Lucena”, agregó.
Dijo que en los entrenamientos de fondo cuando está sola simplemente hace oración. Habla con Dios de todo lo que ha sido o será su día, lo que le alegra, lo que le angustia. De las personas que están cercanas, familia, en sus amigos, en sus vidas, en sus alumnos y sus familias.
“Básicamente hago oración. Hay veces en que solo una canción voy tarareando en mi mente. Si corro en el cortafuego es simple y fascinante, voy viendo los detalles y me pierdo en ellos. Quizás esa sea la razón por la que amo correr antes del amanecer. Soy muy comeflor, escribo muchas historias en mi mente a partir de lo que veo. Algunas de ellas las escribo al llegar a casa”, asentó.
Como ritual antes de sus carreras busca la semana previa uno o dos Salmos. En ellos ubica las frases que le dan más resonancia porque quizás representaron momentos significativos durante la preparación para la competencia y en ellos medita. El día previo busca leer algo que no tenga que ver con correr y el día de la carrera como ritual se levanta más temprano que de costumbre para hacer todo con calma. Se ducha con agua fría y durante el calentamiento comienza a colocar todo en manos de Dios.
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