Pensé que sería un gran desafío pasar del asfalto a correr el GoTrail de Todasana… y efectivamente lo fue. Esta carrera tiene una particularidad muy especial, tal vez única si se compara con otras en el país: lleva al participante a movilizarse por la arena de la playa, a cruzar rocas mientras el mar golpea los pies, a desplazarse unos cuatro kilómetros por el asfalto y a adentrarse en la montaña, con sus subidas, bajadas, ríos y mangos en la vía, que se convirtieron en el mejor “gel” de este retador momento.
Mientras los atletas élites calentaban en plena vía, poco después de las 7:00 de la mañana otros terminaban de ajustar su chip, sus botellas de agua y camelback, sus polainas (que ayudan a disminuir la entrada del agua en los zapatos), su número en la parte delantera, lentes, gorra… En fin todo lo que cada uno consideraba serían sus aliados de carrera. También los que habían pernoctado en la zona de carpa se despedían de sus familias. Unos con la experiencia de haber corrido ya en Todasana y otros con el miedo, incertidumbre y tensión de hacerlo por primera vez.
La conversa con los amigos y las fotos quedaban para después, pues el director de la carrera, John Díaz, a eso de las 7:15 am dio las indicaciones finales y el GoTrail comenzó. Una larga fila de corredores se desplazaba por la playa en busca de vivir una nueva experiencia de vida.
Aunque muchos en algún momento han corrido por la playa, trepar, pasar rocas y correr sobre muchas otras mientras las olas golpeaban tus piernas ameritó mucha concentración para evitar cualquier caída. Unos lo hacían con mucha naturalidad y velocidad, pero a la mayoría nos tocaba ser muy cuidadosos.
La llegada a unos primeros tramos de asfalto fue de alivio para los que estamos acostumbrados a correr sobre este tipo de pavimento. Ya estábamos pendiente del braceo, respiración, ritmo, mientras se observaba el hermoso paisaje. Una costa bañada por el sol mostraba lo hermoso que es el litoral venezolano. Al poco tiempo fue la montaña la que nos abrió sus brazos.
Dentro de sus entrañas transcurrió la mayor parte del recorrido. Tanto los que participaban en los 12K como los de 21 kilómetros se acompañaban y apoyaban. Los caminos, no muy anchos, eran de tierra dura. Subimos hasta la antena de Todasana, imagino el punto más alto, para luego comenzar un descenso que también combinaba tramos en plano con pequeñas subidas.
Busca pensamientos que inspiren
Si eres como yo de los que les gusta estar pendiente del reloj, olvídate de eso en la montaña, pues mientras en la calle puedes hacer un kilómetro en cuatro/cinco minutos, por ejemplo, en Todasana podías hacerlo en el doble. Corre, disfruta y camina cuando el trayecto lo amerite o tu cuerpo te lo pida.
Hubo una parte del recorrido en que comencé a ver a otros competidores de frente. Recuerdo a Carlos Santos y Cruz Salazar, ganadores de los 21K, y a algunos corredores del Parque del Este y de carreras de calle. Ver a los que regresaban tenía un doble efecto: por un lado que estamos cerca del retorno y posiblemente de la mitad de la competencia. Una muy buena noticia para los que harían 12K. Para otros que la segunda parte del juego recién comenzaba.
Después de que nos colocaran una cinta en la muñeca, recargaran los envases de agua y chequearan si cargábamos el material obligatorio (silbato y botella de 600 ml) tocaba regresar… Y por una subida. Recuerdo al pana John Tadger gritarme: “Ernesto ponle la mocha”. Es allí donde hay que mentalizarse para seguir corriendo y buscar ese pensamiento que a cada quien le estimule en llegar a la meta.
En el trayecto tocó cruzar varios ríos y más de uno se dio su buen chapuzón. Yo fui uno de ellos. En la ida solo pasé y me eché agua, pero al regresar fue un buen baño. De acostarme y sumergirme casi totalmente (y el casi es que no quise hundir el reloj en el río). Y esto fue un oasis, pues el calor era agobiante.
Aunque llevaba miel y geles para el trayecto, del cielo caían mangos. Tierra bendita. Nunca había visto tantos mangos maduritos regados en el piso. Muchos fuimos los que nos paramos, recogíamos un mango y seguíamos corriendo. Sin duda el mejor gel del mundo.
Casi dos kilómetros hasta la meta
Pese a que yo soy de los que se pierde hasta en el estacionamiento de un centro comercial, no tuve ningún tipo de inconveniente en la ruta. Estaba muy bien señalizada e incluso de día se observan las marcas que guiarían a partir de las 7 de la noche a los participantes de los otros 12K.
Sí les confieso que el final me tomó por sorpresa, porque al regresar otra vez a la playa pensé que tenía la meta cerca. Y no fue así. Cuando buscaba con la vista el arco de llegada, una joven con la franela de retos.info me envió en dirección a la carretera y les cuento que ese primer tramo parecía la subida del club catalán de Los Palos Grandes. Otro corredor que venía atrás preguntó a una pareja en la vía cuánto faltaba. ¿La respuesta? “Casi dos kilómetros”, dijo. “¿Es en serio?, ripostó el corredor. “Sí casi dos kilómetros. Ya están llegando”, indicó otra vez.
Allí tocó respirar profundo, agarrar la botella de mi cinturón y echarme agua en la cara. En ese momento también me di cuenta lo formidable que fue la hidratación, pues tenía esa segunda botella llena. También que el correr con manga larga blanca de alguna forma me refrescaba.
Al retornar a la playa y ver adelante el arco de llegada, fue como un segundo aire. Recuerdo a César Morales micrófono en mano mencionar mi nombre y a mi esposa Janett esperarme en la meta para colocarme la medalla de finalista.
El GoTrail de Todasana fue, sin duda, una experiencia única, inolvidable y que desde ya la apuntamos como una de las impelables de 2020.
¿Y alguno de ustedes vio al burro blanco? dicen las malas lengua que es un fantasma.
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Espectacular reportaje amigo mio, realicé el recorrido a través de tu narración, Felicitaciones, Todasana es lo Máximo, lo Certifico
Gracias Hernán por tu comentario.
Un abrazo,
Ernesto