Caracas.- En más de una ocasión, por no decir que en muchas, una carrera se nos ha convertido en sufrimiento. Y no por causas físicas. Los pensamientos nos han llevado a bajar sensiblemente nuestro ritmo, pararnos y tal vez a retirarnos.
Ese bajón, que hasta los atletas élite lo padecen, produce sentimientos de fracaso, angustia, rabia y da pie a una serie de preguntas: ¿En qué fallé?, ¿Qué no hice correctamente?, ¿Por qué tumbé mi paso?, entre otras.
Las carreras no solo se hacen con las piernas. La mente es clave. Es fundamental esa coordinación entre lo físico y lo mental.
En todo esto es imprescindible el que podamos vencer esa euforia, esas ganas de partir rápidamente. Hay que saber cuál es nuestro objetivo final y visualizarlo. Hay que hacer una “preparación mental” antes de correr que ayude a anticipar situaciones y que nos fortalezca para enfrentarlas. Es contar con un plan A, B o hasta C.
Otro consejo es vencer las ganas de detenernos. El cansancio trae de inmediato las ganas de parar y debemos encararlo. Es el instante de concentrarse más que nunca y seguir avanzando sin parar. Hay que pensar no en lo que falta sino en lo hecho, enfocándonos en metas cortas. “Ya llevo otro kilómetro listo”, por ejemplo.
También hay que vencer la señal de fracaso. Hay que decirle a la mente que somos “triunfadores”, pues fuiste uno de los pocos elegidos para estar en esa carrera o maratón. El solo hecho de estar allí te hace un héroe.
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