Conversaba la mañana de este jueves con un compañero corredor, quien hace algunas semanas pasó un momento muy duro en una competencia. Perdió hasta la noción de dónde estaba. Había sufrido de rabdomiólisis por esfuerzo.
Se trata de una patología relacionada con grandes esfuerzos en los que hay roturas musculares importantes, donde se liberan algunos de los compuestos que se encuentran en su interior como potasio, magnesio y fosfato. También se libera en la sangre un compuesto llamado mioglobina, rico en hierro, que debe ser filtrado por los riñones.
“En el caso de una gran liberación de mioglobina en la sangre y de que los riñones no puedan hacer frente a su tarea, es posible que se desencadene a partir de ahí un fallo renal que puede llevar al fallo multiorgánico que, en caso de no tratarse, puede tener resultados nefastos”, resalta la página muysaludable.sanitas.es.
Y cuando se hace referencia a “grandes esfuerzos” hay que estar conscientes de que estos varían de una persona a otra. Un maratón puede ser un esfuerzo supremo para muchos, pero también para muchos puede serlo una carrera de 10K. Aquí es donde importa conocer nuestro cuerpo.
Calambres, dolor muscular y de articulaciones, fatiga, náuseas, vómitos, convulsiones y fiebre son algunos de los síntomas. No obstante, el elemento diferenciador de la rabdomiólisis está en el color muy oscuro de la orina.
Entre sus principales causas están los entrenamientos extremos para los que no estamos preparados o someter el cuerpo a competencias en altas temperaturas. En todo esto es clave cuidar la hidratación antes, durante y después del ejercicio.
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