Apenas he podido este miércoles sentarme frente a mi computadora para compartir algunas líneas sobre la edición número 23 del Maratón de Las Flores de Medellín, un evento que estoy seguro seguirá creciendo en Latinoamérica, y que este domingo fue ganado por los keniatas Mike Kiptun, con tiempo de 2.21.31 y Carolyne Chemutai, con 2.49.39.
Avalado por la Federación Colombiana de Atletismo y organismos internacionales como la IAAF y AIMS (Asociación Internacional de Maratones), el evento reunió a unos 15 mil participantes provenientes de diferentes ciudades colombianas y más de 20 países. En el maratón estuvieron unos 2.000 corredores.
Se trata de una prueba exigente considerada la más técnica del país, pues los maratonistas deben enfrentar importantes cambios en la topografía con bajadas, subidas y quiebres en distintas partes de la ruta.
Luego del Himno nacional de Colombia, la salida se dio a las 6:30 de la mañana. Al mismo tiempo partieron las modalidades de 42K y de 21K, en un mañana bastante nublada y con alta humedad. No había “pacers” en el maratón pero sí en la media, por lo que algunos maratonistas se valieron de estos marcadores de ritmo, por lo menos, en las primeras de cambio.
Medellín es una hermosa ciudad y los participantes pudieron observar en la ruta algunos de sus sitios icónicos. Aunque había puntos con marcada presencia del público, no era lo usual. Eso sí, con gritos y pancartas alentaban a los corredores. En algún que otro sitio, muy difícil precisar para un extranjero, se observaron grupos musicales.
Por ser una carrera muy técnica, al igual que el maratón CAF Caracas, hay que planificarla muy bien para encararla con éxito, debido a sus prolongadas subidas y falsos planos en ascenso en la primera parte, cerrados quiebres en la parte media y falsos planos en bajada en la parte final.
Muy controlado fueron sus cierres viales y abundante la hidratación cada dos kilómetros (con agua y Gatorade), aunque estimo que al final fue cada kilómetro y medio. En los tres primeros puntos, sin embargo, deberían colocar más personal para las futuras ediciones. En el trayecto fueron colocadas algunas duchas y los participantes se las gozaban cada vez que pasaban por debajo de ellas, levantando los brazos y lavándose la cara.
¿Es más complicado que CAF Caracas? Estoy seguro es una pregunta que algunos de ustedes tienen en mente. La respuesta no es fácil. Para algunos venezolanos que han hecho ambos, Medellín es un poquito más sencillo y para otros lo es CAF. El desnivel (bajadas más subidas) de CAF es de unos 600 metros y el de Medellín de 800 metros, aproximadamente. CAF es en promedio más plano, pero Medellín tiene el atractivo de que su parte final es con un largo falso plano en bajada, que sin embargo, hace obligante contar con buenos cuádriceps para soportar el desgaste.
Personalmente fue una experiencia muy positiva por varias razones: haber contado una vez más con el apoyo de mi familia, especialmente de mi esposa Janett Noto; la oportunidad de haber compartido el viaje y el maratón con un grupo de excelente amigos y maratonistas como Ramón Mena, Rodolfo Marcano, Lenin Moya y Gilberto Lander; cruzar la meta de acuerdo a lo planificado (3h30 minutos); y haber leído y escuchado antes y después de la prueba decenas de mensajes de cariño de tantos corredores, dentro y fuera de Venezuela.
No quiero terminar estas líneas sin dar las gracias a Dios por haberme permitido, en estos tiempos de dificultades sociales, políticas y económicas para el país, sumar mi maratón 28 y haber terminado sin lesiones. Una nueva meta alcanzada, un nuevo sueño conquistado.