Antes de un exigente entrenamiento o competencia es frecuente escuchar a corredores, montañistas, ciclistas o triatlonistas hablar de geles, cuyo consumo se ha hecho común en los últimos años en eventos de alta demanda energética.
Este es un producto con gran carga de glucosa y electrolitos. Su ingrediente principal son los hidratos de carbono, que el cuerpo, a través de una serie de procesos, convierte en glucógeno muscular, es decir, en gasolina para los músculos.
Además de los carbohidratos también contienen sustancias que pueden ser muy beneficiosas como sodio, potasio, calcio, vitamina C o vitamina E, que ayudan a mantener el nivel de sales y minerales y así evitar problemas en el organismo por su caída. Algunos traen cafeína.
Los geles tienen un efecto bastante rápido, pues en minutos el aparato digestivo los procesa, llegan a la sangre y a los músculos. Se recomiendan en competencias de larga duración en las que se agotan las reservas de glucógeno muscular.
Por ser de densidad muy alta, ingerir todo su contenido de una sola vez puede producir estrés gastrointestinal, lo que ocasiona en algunos corredores malestar e incluso diarrea. Conviene ingerirlos poco a poco, no en segundos sino en minutos, para evitar que el intestino lo reciba como una agresión. Los avances nutricionales han hecho que cada vez sean más líquidos y menos pastosos.
Aunque su consumo debe probarse en los entrenamientos, una y otra vez, porque cada organismo responde de manera distinta, como regla general conviene ingerirlos con agua para evitar una avalancha de sales en el organismo, identificar cuál de tantos que hay en el mercado es el que aporta el mayor beneficio y hacerlo antes del bajón físico.
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