Aunque hace una semana se hizo la segunda edición de Caracas 42K todavía llegan a mis manos historias cargadas de emociones que me gusta compartir. La de @claudianazoa es una de ellas. Como indicaron por las redes @calabozosinfrenos, el maratón fue “una enorme montaña de felicidad” que se construyó gracias al “granito” que cada uno aportó, entre ellos el de esta joven que con su casco de ciclista o sin él se apostó en distintos lugares a obsequiar bocadillos con sal y a aupar a los participantes.
Comienza indicando que cada año cuando se realiza el maratón de Caracas es tal su emoción que no puede dormir. La noche anterior prepara la hidratación y los bocadillos para los corredores. Ese día se levantó tempranito como cualquier maratonista, desayunó y se fue a la calle. Antes se paraba en la esquina de su casa y luego se movía en bici por la ciudad, pero el cambio de ruta (el de CAF tenía un trazado distinto a Caracas 42K) la obligó a estar en el punto de salida antes de lo esperado.
“Me fui con @alexpvzla rodando por toda la ruta de los #ccs42k2019 en bici. Nos paramos en Chacaíto un rato con mi gente del @clubdeatlerismocaracas y @teampcarrera4x4vzla donde por primera vez me atreví a hacerle fotos a todos los corredores. Luego de un rato rodando nos paramos en la Río de Janeiro (km 30) cerca del puesto de hidratación a animar y entregar el kilo de bocadillos que la noche anterior había preparado con sal para los calambres y la deshidratación”.
Cuenta que de la emoción que sentía ni siquiera se quitó el casco y durante más de una hora se quedó allí bailando y corriendo detrás de todo el que le extendía su mano cuando le decía que tenía bocadillos con sal. A muchos los animó a seguir con pasito tun-tun.
“¡Vamos dale! ¡Vamos tú puedes! ¡Poquito a poco recupera el ritmo que si llegaste hasta aquí puedes terminar! Cuando los veía alejarse trotando lento se me aceleraba el corazón”, indicó en su cuenta para más adelante señalar que no tenía palabras para describir cuando vio a @mary_acostan luchando. “Me tiró el koalita ese donde cargaba el papel toalé y el bocadillo, como quien le entrega a su mamá un carajito llorón”, agregó.
Para @claudianazoa su momento cumbre fue ver a @iris.basto que “venía luchando contra mil caminantes blancos y sin la daga de acero Valyrio de Arya Stark. Ya teníamos rato esperándola. Nos tenía preocupados. Decidimos ir en su rescate, pero guardando las cosas el bolsito se reventó. Imaginen la paridera que teníamos tratando de resolver rápido. Y cómo hacíamos con ese perolero y el bolso roto”.
Una vez solucionado ese inconveniente se fueron en su ayuda y apenas ella se le acercó exclamó: ¡agua!, ¡agua!. Bebió y siguió corriendo. “Me monté en la bici y la acompañé en los últimos 12 kilómetros provocando su ira y sacando el monstruo que tenía dentro para que no bajara el paso y terminara con honor la carrera. Su carrera fue la mía. Pero esta historia no termina con Iris llegando a la meta y yo llorando y gritando como locas. No termina allí, porque faltaba mucha gente por llegar. Y como el año anterior me fui a remolcar a los que se habían dado por vencido, a los que estaban allí luchando sin renunciar por completo y necesitaban ese aliento”.
El cierre de su historia me encantó. Me siento identificado con cada una de sus palabras.
“Este maratón se cumplió contra todo pronóstico, con un país en crisis económica, política y sobre todo social. Me quedo con un recuerdo agridulce, unas calles solas pero llenas de atletas desbordantes de luz que pese a todo creen como yo que aquí se puede construir país, que paso a paso luchan como mi pueblo contra grandes dolores pero con la voluntad inquebrantable de que el sufrimiento no es eterno y que cuando todos crucemos esa meta tendremos un mejor país”.
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