Hoy se escriben estas líneas con mucha impotencia, tristeza y dolor por la muerte de una corredora, esposa, madre e hija. Desde el momento en que nacemos sabemos que en algún momento vamos a morir. A unos les llega más pronto, a otros más tarde, pero cuando llega siempre hay lágrimas.
Pero cuando la tragedia arropa a una familia como ha ocurrido este domingo con la Nathaly y Daniel, el dolor y arrechera se multiplica.
Todo sucedió a eso de las 8:30 a.m. cuando un conductor, aparentemente a exceso de velocidad, se llevó por la avenida principal de Chuao, unos 100-200 metros antes del módulo de PoliBaruta a Nathaly, una joven mujer, quien como muchos había salida a las calles a ejercitarse.
Aunque hay muchas cosas todavía que precisar sobre el por qué ocurrió la tragedia, salir a correr, montar bicicleta o a caminar por las calles un domingo se torna muy peligroso. En la Río de Janeiro en ambos sentidos y en la principal de Las Mercedes hay que tener un cuidado supremo, porque cada día son más los conductores que la transitan de manera inconsciente, por estar ebrios o ir a exceso de velocidad.
Les confieso que en Las Mercedes y en la Río se ven suficientes efectivos cuando hay una carrera o evento programado, pero en otras oportunidades pareciera que no son suficientes sobre todo en la Río de Janeiro, en ambos sentidos, desde Súper Cable hasta el elevado detrás de Rescarven.
Creo que a los corredores nos toca cada vez más evaluar dónde corremos, porque somos muy vulnerables en la calle, y a las autoridades asumir su rol y proteger a los ciudadanos.
Una vez más mis palabras de condolencias para Daniel, su pequeño hijo y para toda la familia.
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